jueves, 24 de enero de 2013

Costa Rica 2012: Monteverde, frondosidad absoluta

Amanece temprano en La Fortuna para nosotros, debemos partir hacia Monteverde, así que sobre las 6 y media nos ponemos en marcha, ya que nos separan unas 3 horas y media (para recorrer a penas 110 kilómetros) de nuestro destino y nuestra idea es visitar la Reserva del Bosque Buboso de Monteverde al llegar.

Monteverde es un destino que no se incluye en todas las rutas turísticas de Costa Rica, y la razón principal para ello es clara, las carreteras de acceso. Quien desee acceder a sus reservas forestales debe tomarse con mucha calma el camino ya que llegar a veces se convierte en una odisea, y hay quien opina que el esfuerzo no merece la pena, a pesar de lo cual nosotros entendemos que si que merece un pequeño esfuerzo por lo que entendemos una gran recompensa.

Salimos de La Fortuna en dirección a Nuevo Arenal, por el camino se pasa junto al Lago Arenal y la vista del lago con el volcán de fondo es en una palabra espectacular, incluso nos permitimos pararnos 5 minutos junto a la carretera sólo para disfrutar de las maravillosas vistas.

Tras el momentazo paisajístico continuamos camino hasta Tilarán, nos permitimos bromear a cerca del “terrible” camino que separa La Fortuna de Monteverde, ya que hasta el momento más allá de lo complicado de la orografía no hemos encontrado ni mucho tráfico ni el asfalto en mal estado, aún así, y en previsión de mayores dificultades, decidimos parar antes de llegar a Tilarán en una pequeña soda junto a la carretera a tomar el desayuno. Tomamos 2 cafés y un casado en un local auténticamente tico, donde los clientes llevan marcado el sol del trabajo en el campo en su piel, con sobreros blancos y enormes bigotes, con la cocinera preparando el gallo pinto en una enorme sartén frente a nosotros, da gusto salirse de las rutas recomendadas.

Tramo de muy muy muy
buena carretera (sin asfalto pero liso)
Con el estómago bien preparado para lo que queda de mañana continuamos camino hasta Tilarán, quedan unos 40 kilómetros hasta Monteverde, y aquí comienza la fiesta. A partir de este punto la carretera deja de ser tal, hasta Monteverde no vuelve a existir el asfalto y la carretera (más bien el camino) se divide en tres tipos de tramos, los tramos de piedra y barro relativamente lisos, los tramos de barro con enormes socavones, y los tramos en los que uno se pregunta si debería poner unos crampones en las ruedas de su 4X4. En definitiva, la carretera es horrible, el ritmo medio se queda en unos 20 km/h siempre y cuando se tenga la suerte de no pinchar y de que no te caiga una tormenta, no quiero imaginar el barrizal que se debe montar. A pesar de todo esto, he de decir que es un camino en el que el tráfico es casi inexistente, que cada
pocos kilómetros hay algún lugar que arregla pinchazos y que incluso hay autobuses que realizan la ruta (que nadie me pregunte como). Se dice que los propios vecinos de Monteverde son quienes no quieren que se arreglen las carreteras, ya que temen una afluencia masiva de turismo, es totalmente respetable, pero incluso para ellos debe ser un problema el estado de la “red viaria”.


Verde que te quiero verde

Tras dos horas de auténtica conducción 4x4, llegamos a Monteverde y directamente marcamos en el GPS que nos indique como llegar a la Reserva Natural de Monteverde, el tramo de asfalto en el pueblo es un espejismo y nos tomamos casi 20 minutos para recorrer los a penas 5 kilómetros que nos separan de la reserva.

Hay que señalar que la Reserva Biológica del Bosque Nuboso de Monteverde es una reserva de propiedad privada, y por lo tanto el acceso es algo más caro que los Parques Nacionales, el precio de la entrada es de 18 $ por persona y se puede dejar el coche en la entrada. Tenemos suerte porque el día está bastante claro y, aunque en Monteverde puede ponerse a llover de un momento a otro, parece que en principio va a respetarnos.
Al contrario que en otros parque donde el mayor atractivo es el avistaje de fauna, el auténtico espectáculo en Monteverde es el bosque en sí mismo, aunque el hecho de que sea menos habitual ver animales debido a la densa vegetación no quiere decir que esto no vaya a ocurrir.

En la entrada de la reserva te ofrecen planos de los senderos del parque, y quien lo desee puede contratar un guía. La verdad es que los senderos están muy bien delimitados y las distancias indicadas en el mapa, lo que añadido a que somos amantes de explorar por nuestra cuenta hace que optemos por hacer nuestra propia ruta.

Mirador La Ventana


Tomamos el sendero bosque nuboso, que dista unos 2 kilómetros del mirador “La Ventana”, el camino entre enormes moles vivas, entre la espesura y el verde intensísimo del bosque nos deja con la boca abierta, parece que cada pedacito de Costa Rica que exploramos es abrirse una ventana a un mundo diferente del anterior. El camino está bien claro y para superar los desniveles han instalado estructuras de cemento a modo de escaleras (es la tónica general), lo que hace que notemos un poco las agujetas provocadas por la visita a la catarata de la Fortuna.


Reserva Monteverde

Al llegar al mirador la vista es idílica, un enorme colchón verde que se extiende ante nosotros y que llega hasta donde alcanza la vista, un auténtico pulmón para este planeta que tan mal cuidamos.

Tras disfrutar de las vistas un buen rato, decidimos regresar hasta la entrada tomando dirección desde la ventana hasta el sendero camino, llegando tras un kilómetro al puente colgante, que tiene una capacidad máxima de 10 personas y que es toda una experiencia el cruzarlo, y desde el puente tomamos el camino Guindon para regresar a la guardería de la reserva.

Como aún me queda algo de fuerza, dejo a Mikel en la entrada y tomo el sendero el río para llegar a una pequeña catarata (entre ida y vuelta llevará poco más de 40 minutos), no es que sea un salto de agua espectacular, pero es una buena forma de completar la visita. Para cuando llego a la entrada está lloviendo y el bosque es tan sumamente denso que no me he enterado, una pasada.

Cascada
Es más o menos la una y media, así que es el momento perfecto para ir a nuestro hostel, dejar las cosas, y comer algo tranquilamente. Antes de las 2 estamos ya en nuestro alojamiento: Cabinas Vista al Golfo. A pesar del nombre se trata de un hostel, situado en una calle sin asfaltar a 3 minutos a pie del centro de Santa Elena, que se encuentra con vistas al golfo de Nicoya, de ahí el nombre. Tenemos reservadas 2 noches en habitaciones individuales con desayuno incluido por tan sólo 16 € persona y noche.

No es habitual que en un albergue mochilero se disponga de buenas habitaciones individuales, pero sin duda en Cabinas Vista al Golfo superaron nuestras expectativas. Las habitaciones  disponían de cama doble, televisión, baño individual con ducha y un pequeño refrigerador para guardar tus bebidas si así lo deseas, así como sábanas limpias y la típica decoración en las toallas cuando llegas. El hotel dispone de zonas comunes en las que cocinar, ver películas, utilizar ordenadores o, lo más recomendable, disfrutar de las agradables vistas al golfo de Nicoya El desayuno está incluido en el precio y es tipo continental, tienes café, leche, tostadas, fruta, más que suficiente para comenzar el día. En el hostel se pueden reservar tours de todo tipo, te aconsejan sin problema y realmente velan porque puedas hacer lo que más te interesa en vez de intentar colarte tours porque sí. Nosotros contratamos el canopy con puentes colgantes a través de su web, aunque si deseas llevar el viaje más abierto infórmate en recepción.
Habitación Indicvidual

Tras dejar las cosas en la habitación decidimos ir a buscar un sitio para comer, justo al lado del hostel hay una soda, la soda la amistad, por lo que decidimos no bajar hasta el centro. Tomamos un casado con carne en salsa y otro con filete de pescado con unas cervezas mientras veíamos un partidillo de la Eurocopa por la tele, de regalo nos ofrecieron una porción de bizcocho como postre y el precio total fue de 9000 c (15 €), que no está nada mal.

Con el estómago lleno decidimos echarnos una horita de siesta, que la mañana ha sido dura, y después aprovechamos que tienen varios ordenadores para ponernos al día, ordenar las fotos, etc.

A media tarde optamos por bajar al pueblo, Santa Elena es un pueblo pequeño pero bien surtido de todo, tiene supermercados, restaurantes, hoteles y bastantes tiendas. En una primera toma de contactos miramos las tiendas de artículos de artesanía y comprobamos que ciertamente los precios en Monteverde son mejores que en el resto de sitios por los que hemos pasado, aunque decidimos dejar las compras para el día siguiente. Pasamos por el supermercado a por unas cervezas y para reponer frutos secos para las rutas y nos volvemos al hostel a dejar las cosas.

Atardecer
Tras ver el atardecer frente al golfo de Nicoya con una cerveza fresca en la mano, nos damos una buena ducha y decidimos volver al pueblo a cenar algo. La oferta gastronómica es bastante variada y por salirnos un poco del habitual casado decidimos ir al Restaurante El Dorado, especializado en pizza. Pedimos una pizza boloñesa grande para los dos y algo de bebida, con una pizza resulta suficiente y nos alargamos entre divagaciones, que continúan en un tranquilo retorno al hostel, ya que desde que dejamos la reserva no ha caído ni una gota y el tiempo está muy agradable.

Ya en el hostel chequeamos la hora a la que nos vienen a recoger el día siguiente (recuerdo que ya traíamos contratado el canopy a través de la web del hostel) y nos tomamos una última cerveza de charleta con una pareja de estadounidenses, él es lingüista y le resulta muy interesante la peculiaridad del euskera, las raices, etc. Sobre la medianoche nos retiramos a dormir, teniendo un descanso realmente bueno.

Sobre las 7 de la mañana estamos arriba, tomamos el típico desayuno continental (café, tostadas con mantequilla y mermelada y la omnipresente fruta), y para las 8 ya esperamos impacientes a que vengan a recogernos para hacer canopy en la Reserva de Santa Elena.

El canopy consiste en realizar tirolinas en cables situados entre las copas de los árboles, y el de Monteverde se vende como el mejor de Costa Rica, habiendo varias empresas con las que se puede realizar, es una experiencia totalmente segura y se puede realizar prácticamente sin restricción de edad. Algunas compañías juegan con la baza de venderte el más extremo y salvaje a mejor precio, yo lo que aconsejo es informarse bien antes de contratar nada, viendo a las compañías que iban a recogernos, nosotros parecíamos el Imserso y los de la otra compañía los más cañeros, pero por la tarde resulta que las caras nuestras y las de quienes fueron a otro lado desvelaban la realidad.

Como he dicho, nosotros tenemos contratado el canopy, combinado con un recorrido por los puentes colgantes en la Reserva de Santa Elena con Selvatura Park, el precio pagado por persona fue de 70 $ (55 €).

Canopy
Como he comentado a las 8 de la mañana te recogen en tu hotel, por el camino se recoge al resto de gente en otros hoteles y te trasladan al parque, en pleno bosque nuboso.

Al llegar te indican como proceder dependiendo de las actividades que vayas a realizar y dejas tus cosas en una taquilla (por la que hay que dejar una señal). En caso de que quieras llevar contigo cámara de fotos o de vídeo es importante que puedas asegurar su sujeción, con la cámara de fotos podrás tomar fotografías del descenso por los cables de otras personas pero no mientras tú la realizas evidentemente es imposible captar ninguna imagen. con respecto a la cámara de vídeo, si no dispones de una cámara con carcasa adaptable para casco mejor olvídalo y disfruta de la experiencia.

Una vez dejas las cosas pasas a que te den la equipación para el canopy, arnés de seguridad, casco y guantes, en mi opinión los guantes no estaban en las mejores condiciones, y que creo que para el precio pagado renovarlos con más frecuencia no supone un coste elevado, cualquier roto puede suponer que tu mano entre en contacto con el cable y sufras algún tipo de rozadura.


Mikel volador
Una vez equipados se forma el grupo con los diferentes guías y se camina por el bosque hasta la primera plataforma, ya allí, en un pequeño tramo de cable suspendido a unos 3 metros del suelo te explican como hay que ir en las tirolinas, como frenar, etc, Como en nuestro grupo hay familias los niños son los primeros en ir ya que van con guía, y luego ya se van realizando los distintos tramos. El primer tramo de tirolina llega como que no quiere la cosa, uno sube a la plataforma y.. alehop! sin tiempo para pensarlo te ves a toda velocidad en una tirolina de más de 100 metros sobrevolando la selva, no hay tiempo para pensar y por lo tanto no hay tiempo para echarse atrás. La sensación de ir volando sobre la selva es indescriptible, un subidón de adrenalina en un marco incomparable, cada tramo mejor. Hay que decir que hay un par de tramos lentos en los que te puedes quedar tirado bastante lejos de la plataforma, en el primero de ellos quedé realmente alejado y uno de los guías me recogió pero en el segundo el tramo lo realicé tirando de brazo (si tiene que volver a tirar de mí el hombre le da algo…) Poco a poco vas cogiendo soltura y te vas adaptando a la tirolina, es una pasada hasta llegar a la última tirolina de 1 kilómetro de longitud, totalmente espectacular.

Decir que la experiencia es totalmente segura y que los guías están muy bien preparados. Un punto importante del recorrido es el salto del tarzán, este salto está restringido a 100 kg de peso y consiste en que te lanzas desde una plataforma a varios metros de altura cono si fueras Tarzán con una liana, un auténtico subidón.

Una vez terminado el canopy, dejamos el material y recogemos las cosas de la taquilla para  realizar el circuito de puentes colgantes.
Puentes colgantes

Es un circuito de unos 3 kilómetros de longitud en el que se cruzan varios puentes colgantes que van dese 50 hasta más de 150 metros de longitud y a una altura entre 12 y 60 metros sobre la jungla. He de decir que yo no tuve ningún problema pero hay gente a la que le da algo de vértigo ir caminando sobre los árboles por un puente que se mueve…

A mí personalmente me parece espectacular caminar junto a las copas de los árboles, con una nueva perspectiva sobre el bosque nuboso. Un consejo, si lo que quieres es observar fauna, no te aconsejo esta actividad, decídete por una visita guiada en la reserva biológica, el paseo por los puentes colgantes es ante todo una actividad para tener otra perspectiva, para ver el bosque “a vista de mono”.

Tras el paseo volvemos a la entrada y tomamos un transporte que nos deja de nuevo en Santa Elena. He de decir que para nosotros la experiencia fue totalmente satisfactoria, no se si el canopy en Monteverde es el mejor de Costa Rica pero sin duda es totalmente recomendable, si lo que buscas son nuevas experiencias, adrenalina y un marco incomparable, este es tu sitio.

Tree House Restaurant
Llegamos a Santa Elena a la hora de comer así que decidimos que nos dejen en el centro mejor que en el hostel, nuestra idea es ir a comer al Tree House Restaurant, un restaurante curiosísimo en cuyo interior hay un enorme árbol, tras mirar la carta vemos que ofrece lo típico a precios algo más elevados de lo habitual, así que decidimos mirar un poco más, y curiosamente a la vuelta de la esquina encontramos un restaurante peruano que pertenece al tree house pero que dispone de otro ambiente.
El restaurante en cuestión es el Inka Verde y está girando la esquina del Tree House. El local está bastante tranquilo y el servicio está muy pendiente de que todo esté al gusto de los comensales, todo muy agradable.

Como entrante pedimos chicharrón de calamar, algo similar a las rabas o calamares a la romana, pero con un rebozado muy especial que les da un toque diferente. Como platos principales pedimos un lomo a la huancaina y una corvina a lo macho, los dos platos muy buenos tanto de sabores, texturas, como de tamaño. Para beber disfrutamos de dos batidos de mango con leche  Una muy buena elección para salir de los típicos casados pero manteniendo la cocina con productos de la tierra. ¿el precio? 16.000 colones todo (26 €).

Cansados y recién comidos volvemos al hostel para nuestra horita de siesta. Ya relajados Mikel decide quedarse un rato escribiendo mientras que yo decido bajar al pueblo y aprovecho para visitar el serpentario. Algo muy importante que hemos aprendido con los años es que siempre que se pueda, en un viaje largo, hay que permitir que cada cual tenga su propio espacio, sin necesidad de compartir todo lo que se hace.
Como las serpientes han resultado muy escurridizas hasta ahora y tengo tiempo, me dirijo al serpentario a ver si puedo aprender algo más sobre ellas. El serpentario se encuentra muy cerca del centro de Santa Elena y el precio de la entrada es de 9$ sin guía y 12 $ con él.

Ya que disponía de tiempo y el precio compensaba opté por realizar la visita guiada, ya sabéis que no soy muy amigo de realizar visitas con guía, pero estaba sólo en el serpentario y además el guía me preguntó si podía aprovechar para enseñar a un chico que estaba aprendiendo, así que accedí encantado.

Serpentario


En el serpentario se pueden observar gran variedad de serpientes y tortugas de las que existen en Costa Rica, los guías explican todas las diferencias entre las serpientes, como distinguir las venenosas de las que no lo son, alimentación, etc. muy completo y didáctico.  Luego pasas primero a la zona de tortugas, donde puedes coger algunas de ellas incluso, y después pasas a las vitrinas en las que vas observando distintos tipos de serpientes e insectos.

El mayor pero que le encuentro tiene que ver con el poco espacio en el que están las serpientes y tortugas, pero es algo que debería haber tenido en cuenta al visitar un lugar en el que se exponen serpientes en cautividad.

Con una nueva perspectiva sobre las serpientes costarricenses me paso a echar un ojo por la tienda de artesanías y souvenirs y me vuelvo a buscar a Mikel, y así aprovechamos para hacer alguna compra.

Volvemos al centro y vamos a la gran tienda que hay junto al supermercado, en la que hay absolutamente de todo. Compramos café de cultivo ecológico de la zona, unos botelleros de madera muy particulares que hacen (trabajan la madera de forma espectacular) y subimos a la planta de arriba a mirar máscaras. Las máscaras típicas de Costa Rica son muy coloridas y suelen representar escenas con animales, son de madera pintadas a mano y su precio no suele bajar de los 120 euros, he de reconocer que las de esta tienda son bonitas no, lo siguiente. Pero descubrimos que tienen un tipo de máscaras que no vimos en ningún otro lugar, están hechas con troncos de bambú y resina, el precio ronda los 25 € y son peculiares a más no poder, así que nos llevamos una cada uno para Bilbao.

Con las compras hechas retornamos al hostel pero antes nos detenemos en una pequeña tienda de un artesano que hay en la misma calle del hotel (es la calle que va del supermercado dirección sardinal, en ella hay varios hostels). Ya habíamos parado el día anterior pero volvemos a entrar, es un pequeño taller en el que un artesano trabaja madera, cueros, hilos, etc para hacer pendientes, pulseras y colgantes especialmente. Su filosofía de vida es trabajar para vivir y por lo tanto nunca os va a cobrar nada caros los productos, es más, como compramos varias cosas nos quiso hacer un descuento y como no aceptamos nos regaló un par de pendientes. Tiene cosas realmente dignas de ver, os aconsejo pasaros aunque sea por curiosidad.

Cena en el Morpho´s
En el hostel optamos por ir dejando preparadas las mochilas, tomarnos una cervecita tranquilamente y darnos una ducha para salir a cenar. Bajamos al pueblo y nos decantamos por cenar en el Morpho´s debido a lo curioso de su aspecto y, una vez que vimos su decoración y carta decidimos probar su comida.

El restaurante está decorado con motivos de la mariposa morphos, las mesas tienen velas y el ambiente que se crea es muy íntimo y agradable tanto para cenar con tu pareja como, en este caso, para una tranquila velada entre amigos. Al llegar, además de la carta, el camarero nos presentó la sugerencia del chef, lo que indica que se esfuerzan por innovar cada día y presentar algo nuevo a sus comensales, un detalle digno de apreciar.

Mikel pidió un pollo a la morphos, con una salsa de curry y piña realmente espectacular, y yo opté por la sugerencia del chef o plato especial del día, chuleta de cerdo en salsa de ciruelas, magnífica también. Los dos platos acompañados de verduras al vapor y arroz y con una buena presentación. Para beber pedimos un te helado al limón y una copa de vino tinto, caubernet sauvignon de calidad más que aceptable (no es habitual encontrar buen vino en Costa Rica), me parecía mentira estar cenando con una buena copa de vino. No pedimos postres pero vimos algunos que tomaban el resto de comensales y el aspecto era espectacular. El precio, algo más elevado que en otros lugares, unos 18.000 colones (30 €), pero merece totalmente la pena.

Tras una gran cena damos una última vuelta por el pueblo y nos damos por despedidos, volvemos al hostel sin prisa ya que tampoco vamos a darnos un gran madrugón al día siguiente, sólo esperamos que la carretera en dirección Manuel Antonio no sea tan terrible…

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