jueves, 21 de noviembre de 2013

París en 3 días: día uno, llegada y tarde de paseos

En caso de realizar un viaje de 3 días a París, lo habitual es viajar por la mañana y poder aprovechar la primera tarde para una primera toma de contacto.

En nuestro caso tomamos vuelo con air france Bilbao – París, saliendo a las 10 desde Bilbao y aterrizando en el Charles de Gaulle a las 12. Para quien no haya estado nuca, hay que decir que el aeropuerto internacional de París es inmenso, una maraña de terminales y subterminales en las que es mejor no perderse.

Tras el aterrizaje la recogida de equipaje es bastante rápida. En nuestro caso hemos contratado un shuttle y nos han facilitado un número de teléfono gratuito para que cuando tengamos los equipajes  llamemos (te atienden en castellano) llamemos y vayan a buscarnos. Lo cierto es que tardaron casi 20 minutos en llegar y hasta las 14:00 no llegamos al hotel, pero como nuestro hotel fue el último del recorrido ya nos habíamos dado el primer “paseo por París. Decir que el tráfico en París es demencial y que ir con un conductor de la India en el coche casi puede considerarse deporte de riesgo, aunque, eso sí, te ahorras unos minutos…
Vistas desde la habitación

Llegamos a nuestro hotel, el Splendid Tour Eiffel. He elegido este hotel básicamente por su situación, justo junto a la estación de metro Ecole Militaire, al lado de los inválidos y de la Torrre Eiffel, se encuentra en un barrio muy tranquilo y desde el que es posible recorrer Paría a pie, como ya dije existen opciones posiblemente más baratas, pero ya tienes que irte a las afueras. Con respecto al hotel decir que el precio fue de 160 euros la noche sin desayuno en habitación doble superior (el precio del desayuno era de 12 € persona y día, la habitación superior tiene un pequeño balcón), era un 3 estrellas y las habitaciones, como en todos los hoteles de París, son muy pequeñas, eso sí, este hotel lo compensa con unas vistas magníficas de la torre Eiffel desde todas las habitaciones. Por lo demás limpieza correcta y personal muy amable, la llave la dejas en la recepción que
funciona 24 horas al día, nosotros no tomamos desayuno en el hotel porque nos pareció mejor degustar la bollería francesa en cualquiera de las muchas boulangeires que hay, pero cada cual que decida.

Como nos encontramos con que son las 14:30 decidimos que el plan sea comer rápido y realizar una ruta a pie para ver los Inválidos, cruzar el Sena por el puente Alexadre III, subir por los campos elíseos hasta el arco del triunfo y volver hasta el hotel por los campos de marte tras pasar junto a la gran dama. Como disponemos del museum pass para 2 días nuestra idea es ir entrando a ver todo lo que podamos, ya que con el pass no duele tanto pagar las entradas (unos 10 € de media) y si en un sitio quieres ver una cosa específica entras, la ves, y te vas a otro sitio.

Les Invalides
Comemos en una creperie (CCC) junto al hotel un menú de crepe de jamón, queso y champiñones con bebida y un postre por 8,80 € cada uno, una buena forma de comer rápido y barato sin renunciar a probar uno de los platos típicos de la comida francesa. Salimos de la creperie y nos dirigimos hacia Los Inválidos, cuya entrada está a penas a 5 minutos andando del hotel.

El antiguo hotel de los Inválidos nos recibe con sus jardines exteriores flanqueados por un montón de cañones y por la enorme cúpula dorada del Domo, que ya desde fuera invita a entrar. En este antiguo hospital para heridos de guerra se encuentra situado el museo de la armada, y su principal atractivo es la tumba de Napoleón. Una vez accedes a los patios interiores puedes observar sus magníficas fachadas, en las que destacan sendos relojes solares; desde aquí se puede acceder a las diversas salas del museo de la armada, en las que se exponen útiles militares de todas las épocas y culturas, desde armaduras medievales a espadas de samuráis, si se dispone de varios días posiblemente merezca una visita más en profundidad, en nuestro caso dimos un breve paseo y nos dirigimos al Domo, que es el punto que queríamos visitar. Bajo la cúpula del Domo se encuentra la tumba de Napoleón, un enorme sarcófago de mármol rojo que deja entrever los complejos que tenía Napoleón con su tamaño, incluso después de muerto. Lo cierto es que es una visita que merece la pena, sobre todo si se dispone del museum pass.
Puente Alexandre III

Una vez fuera nos dirigimos por el puente de Alexandre III hacia los campos Eliseos. El puente de Alexandre II sin duda no te dejará indiferente, sus estatuas doradas, sus candelabros de bronce, sus columnas, el mejor lugar para cruzar a la otra orilla del Sena. En el otro lado nos encontramos con el Grand Palais y el Petit Palais, donde se celebró la exposición universal de París de 1900. Desde aquí tomamos los campos Eliseos y paseamos entre la multitud y las tiendas, lo cierto es que no dejan de ser una gran avenida llena de tiendas, y las más caras suelen encontrarse en zonas cercanas. Tras el paseo bajo la lluvia llegamos a la rotonda en la que se encuentra el Arco del Triunfo.

Lo cierto es que lo primero que llama la atención son sus 50 metros de altura y el hecho de que se encuentra en una rotonda con un tráfico realmente endemoniado, para acceder a la base hay que ir por un subterráneo que te lleva directamente bajo el monumento. Si dispones del museum pass, es totalmente recomendable subir a la parte de arriba, pasamos directamente sin esperar colas y subimos los más de 200 escalones de sus escaleras de caracol. Lo cierto es que en el interior hay poca cosa excepto las vistas, y en nuestro caso el clima no acompañaba mucho, pero desde aquí hay una gran ventaja: se observa la torre Eiffel. Vayas o no a subir a la torre Eiffel, si dispones del pass aprovecha para subir al arco del triunfo, no te va a llevar más de media hora la visita y las vistas son magníficas, pena del clima.
Arco del Triunfo

Bajamos de nuevo las escaleras y en la base del arco nos tomamos unos minutos para observar todos sus detalles, así como el monumento al soldado desconocido. Desde el Arco del triunfo tomamos dirección a Trocadero, desde donde se tiene acceso y posiblemente la mejor vista de la torre Eiffel. Comienza a oscurecer poco a poco y cuando llegamos (sobre las 18:00) ya están iluminando la torre.

Yo siempre he dicho que la torre Eiffel no me parece bonita estéticamente, sino que me impresiona por su espectacular tamaño, lo que no quita que tenga siempre ese punto romántico y que sea encantador sentirse diminuto a sus iluminados pies. Como nosotros tenemos ya compradas las entradas para subir el día siguiente nos dedicamos a pasear, pero ya observamos las tremendas colas de quienes intentan conseguir subir.

La gran dama
Desde la torre tomamos dirección al hotel cruzando los campos de marte, ya que tengo una sorpresilla para la cena y así aprovechamos para cambiarnos.

Si queréis tener un detalle especial con vuestra pareja en París encontraréis mil y una opciones, lo cierto es que a mi se me hizo complicado elegir un sitio de esos que se suponen increíbles para tener una velada romántica, es cierto que hay que tener cuidado con cualquier cosa que se oferte y elegir lo que parezca mejor aunque cueste un poco más, en mi caso, la elección fue de 10.

Reservé mesa para cenar con Bateaux Mouches. Se trata de una cena crucero por el Sena y disponen de 2 menús, uno de 100 € y otro de 150, con la carta en la mano recomiendo sin duda el de 100, que fue el que elegimos nosotros. El crucero paarte a las 20:30 desde el embarcadero de bateaux mouches  junto al pont del alma, aunque se aconseja llegar entre 15 y 30 minutos antes de la hora.

Llegada al barco
Una vez entras te llevan a tu mesa, todas perfectamente decoradas y todas en ventana para que disfrutes de las espectaculares vistas de la ciudad de las luces por la noche. La velada está amenizada durante las 2 horas y media que dura por un pianista y un violinista que tocan canciones románticas. Al llegar nos sirven una copita de champán y un aperitivo, como entrantes elegimos un Carpaccio y un salmón ahumado, como plato un tournedos de ave y un pavé de cordero, después te ponen un dúo de quesos y tras el mismo como postre elegimos los dos pastel de queso, acompañamos la cena con una botella de Burdeos y agua, sin entrar en detalles, digamos que todo magnífico.

Había leído varias críticas no muy convincentes sobre cenas por el Sena con diversas compañías, pero yo sólo puedo dar un calificativo a nuestra cena con Bateaux Mouches, PERFECTA. La música de la velada, la comida, la bebida, las vistas, el poder salir a la cubierta superior, el servicio, el pasar junto a la torre Eiffel justo cuando la iluminación se muestra en todo su esplendor… sin duda los recomiendo..


Tras la magnífica cena, paseo de vuelta al hotel y a prepararse para el primer día completo en París, hay que verlo todo todo todo…

Una velada perfecta

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