martes, 19 de febrero de 2013

Escapada a Pau: encantadora ventana a los Pirineos

Cuando un vive en el norte, lo mejor que puede hacer para desconectar de la rutina es cruzar al otro lado de los Pirineos, la verdad es que siempre he pensado que no entender lo que la gente dice a tu alrededor hace que uno salga de la cotidianeidad de una manera fulminante.


Callejeando por Pau

Un lugar cercano y con encanto para hacer una escapada rápida es Pau, pequeña ciudad de 85000 habitantes situada en el suroeste de Francia y a apenas dos horas de trayecto en coche desde Bilbao, y que se puede combinar con una visita a Lourdes, a las cuevas de Betharram, a Biarritz o al valle del Baztan, por poner varios ejemplos, ya que con un día la ciudad queda vista.

Con la idea de salir un poco de la rutina y dar una pequeña sorpresa a mi chica, planifique una escapada de sábado y domingo a esta ciudad (aunque en otra ocasión volví con amigos).

Debido a que Pau se encuentra relativamente cerca, no fue necesario pegarse un gran madrugón, sino que con salir sobre las 10 de la mañana se llega pasado el mediodía. Para nuestro
alojamiento opté por una habitación doble en el Quality Hotel Pau Cente Bosquet, un tres estrellas situado en pleno centro de Pau, muy cerca de la plaza Clemenceau. Lo primero a señalar, y es un dato importante, es que el hotel dispone de parking gratuito, lo que supone un ahorro y la tranquilidad de no tener que estar buscando aparcamiento.


Place Clemenceau

En la recepción hay personal que habla castellano, y tratan de facilitarte las cosas en todo lo posible. En cuanto a las habitaciones decir que estñan muy bien, son amplias y limpias, hay buena iluminación, disponen de baño y excusado separados, televisión y un buen aire acondicionado-calefacción. En cuanto al precio, 85 € la noche (sin desayuno), que teniendo en cuenta el ratio de precios en Francia y vista la calidad y el buen trato recibido merece mucho la pena. Lo cierto es que terminamos muy contentos con este hotel.

Una vez dejadas las cosas y situados en el hotel nos decidimos a ir a comer y a visitar la ciudad. Desde el hotel se toma dirección al castillo de Pau, pasando previamente por la Place Clemenceau. Esta es una zona en la que abundan los cafés y las tiendas, aunque para comer lo mejor es la zona que rodea al castillo (se llega en 10 minutos). Aunque era un poco tarde, lo cierto es que pudimos encontrar un restaurante que nos atendiera, el local era Les Jardins de Verone.


Castillo de Pau

Los camareros se defienden en castellano y se puede comer tanto en la terraza (a pesar de ser noviembre hacía un día exquisito) como dentro. Disponen de plato del día a buen precio para quien lo desee, y las raciones son abundantes por lo que no es mala opción, aún así nosotros tiramos de carta. Como entrantes pedimos una ensalada de tomate y mozzarella (que sirven sobre una enorme cama de lechuga, tal vez demasiado tosca) y una copa de salmón ahumado con una crema de queso que estaba muy buena y que era una ración bastante hermosa. Como platos principales pedimos magret de pato a la salsa de pimienta y magret de pato a la miel, que se pueden solicitar con patatas o pasta como acompañamiento. Ciertamente no esperábamos que fueran magret enteros sino mitades, por lo que aconsejamos que se pida un sólo entrante para compartir y el plato, si no se quiere salir a reventar. Como postres pedimos una crema de queso blanco con confitura de frambuesa y pastel ruso (muy muy bueno). La comida la regamos con agua y un medoc (que se puede pedir por copas). Todo ello por unos 60 €, que siendo en Francia y a la carta la verdad es que fue muy buen precio.


Funicular

Con el sabor de Francia en el paladar nos dirigimos al castillo de Pau. El castillo de Pau es un precioso castillo medieval con un marcado estilo de la zona del sur de Francia. El castillo se encuentra en un estado excepcional y se puede visitar tanto el museo de su interior, como su patio interior y sus cuidados jardines. Este castillo es una obra ante todo militar, desde la cual se divisan los Pirineos, y ha estado bajo el reino de Navarra, bajo el mandato de la región de Bearne o bajo los mandatos de Enrique IV de Francia.

Consejo: Junto al castillo hay un par de tiendas de souvenirs, en una de ellas venden pequeñas cajas de música, con múltiples melodías para elegir, y que son un detalle o un recuerdo magnífico y bastante económico.

Desde los jardines del castillo se toma el Boulevard des Pyrénées, un paseo imperdible para cualquiera que visite Pau. Es una calle a lo largo de la cual hay numerosos locales en los que parar a degustar un café o una cerveza en lo que es el mirador de la ciudad hacia los Pirineos.


Parc Beaumont

Si se va paseando por este mirador, y el día acompaña, se van divisando en el horizonte las distintas cimas, y estas están indicadas a lo largo del paseo, para que uno sepa a que montaña mira y la altura de la misma.

Si seguimos por el boulevard pasamos junto al funicular que lleva a la parte baja de Pau y a la estación de ferrocarril, el funicular es gratuito y tiene una frecuencia de paso cada 10 – 15 minutos. Al otro lado del boulevard también pasamos junto a la iglesia de San Andrés, que merece la pena una parada, y junto a la cual hay un monumento a los soldados republicanos españoles que lucharon en la segunda guerra mundial contra la Alemania nazi.

Al final del boulevard llegamos al parque Beaumont, en el que se encuentra el Palais Beaumont, que es el palacio de congresos de la ciudad de Pau. El parque resulta un lugar muy agradable para dar un paseo, sobre todo en otoño, ya que la gama de colores que presenta es realmente vistosa.

Casa típica en rue Carrerot
Tras recorrer el parque y volver callejeando hacia el centro decidimos parar para tomarnos un buen “café creme” y un “chocolat”. Aprovechando que estamos junto a la plaza Clemenceau decidimos ir a una tienda de chocolates que hemos visto cuando nos dirigíamos hacia el castillo a la hora de comer y compramos varias piezas de exquisitos chocolates variados, y pensamos que nos compensa ir a un supermercado y comprar algo para cenar tranquilos en el hotel (algo de queso, embutido, etc.) así como alguna cosa para el desayuno.

Aunque ha anochecido damos un último paseo por la zona del hotel y volvemos a disfrutar de una tranquila velada. Como consejo decir que en otra ocasión pude cenar en el restaurante Henri IV (junto al castillo) y que fue una muy grata experiencia.

Por la mañana siguiente sin prisas recogemos y en este caso volvemos a casa parando en el valle del Baztán, aunque como ya he comentado las opciones son numerosas.

A modo de conclusión, señalar que Pau es una ciudad muy tranquila y agradable, ideal para desconectar y/o pasar un fin de semana romántico con tu pareja, disfrutando de sus vistas, de sus cafés, de ese encanto que tienen las pequeñas ciudades del sur de Francia.

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