martes, 12 de marzo de 2013

Carcassonne: Belleza medieval

Si se realiza un recorrido de unos días por el sur de Francia, una de las paradas ineludibles es Carcassonne. Carcassonne es una pequeña ciudad de cerca de 50.000 habitantes situada en el sur de Francia, a medio camino entre Toulouse y Perpiñán, y su  ciudadela amurallada la ha hecho ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.

El año pasado, aprovechando las vacaciones de semana santa por Francia, decidimos que nuestro primer destino sería Carcassonne, para luego ir a Toulouse y Pau de retorno a Bilbao.

Carcassonne, al ser una ciudad pequeña, con un día y una noche tiene más que suficiente, incluso si se desea se puede visitar en una excursión de día si se hace noche en otra ciudad cercana como Toulouse.

Desde Bilbao la distancia es de unos 540 kilómetros y el tiempo estimado en coche es de 5 horas 15 minutos, calculando un par de paradas unas 6 horas. El trayecto se realiza por autopista casi completo y el coste en peajes es de 37 € (año 2013), en nuestro caso saliendo a primera hora de la mañana, para la hora de comer puedes haber realizado el check in en el hotel y disfrutar de toda la tarde sin ningún tipo de prisa.

Ciudadela
Si se va a hacer noche en Carcassonne, hay que tener en cuenta que dispone de una muy amplia oferta hotelera, con muchos establecimientos de alto standing en la zona centro y con opciones con mejor relación calidad-precio si no te importa caminar unos minutos.

En nuestro caso decidimos pernoctar en el Campanile Carcassonne est la cité. Este es un hotel perteneciente a una cadena y que supone una excelente opción para quien quiere disfrutar de una noche en Carcassonne en un hotel cómodo y a un buen precio, ya que pagamos 65 € por cada habitación doble.

Las habitaciones son nuevas, limpias y luminosas, el personal muy atento en todo momento, tratando de
hablar con nosotros en castellano y dándonos todas las indicaciones pertinentes para una estancia agradable.

El único pero que tiene el hotel es que está en la entrada de Carcassonne, en un polígono a unos 15 minutos andando de la ciudad medieval, al tener parking gratis, merece la pena ir andando hasta la zona medieval ya que el paseo no se hace largo. 

Consejo: en Carcassonne no se puede acceder en coche al centro de la ciudadela, y para dejarlo al lado hay que pagar el aparcamiento, así que si se hace noche, buscar hotel con parking es la mejor solución.

Impresionante ciudad
medieval

A 100 metros del hotel hay supermercado y a unos 300 una gasolinera en la que el precio es mucho más barato que en las estaciones de servicio en carretera.


La verdad es que tuvimos una muy buena experiencia. Una vez que llegamos al hotel y dejamos las cosas, aprovechando que el día acompañaba, decidimos ir directos a la ciudad medieval para disfrutarla. En a penas un cuarto de hora de paseo nos encontrábamos ante las murallas de la ciudadela, y la verdad es que desde el primer momento nos quedamos sorprendidos del buen estado de conservación de la misma.

Cuando uno evoca en su mente las imágenes de cualquier ciudad medieval, de castillos, murallas y callejuelas, evoca realmente la imagen de la ciudad medieval de Carcassonne.


La entrada a la misma (a la parte medieval me refiero) es gratuita y suele estar repleta de turistas atraídos por el hecho de que sea una ciudad Patrimonio de la Humanidad aunque hay que decir que tiene sobradamente merecida su fama.

Callejeando
Una vez se cruzan los puentes de acceso y se comienza a callejear por la ciudad se puede observar claramente como hay una evidente explotación turística de la zona, tiendas de souvenirs, restaurantes… aunque en mi opinión se encuentra en el punto justo para afacer a los visitantes servicios sin llegar al agobio ni hacer perder al casco antiguo su “toque auténtico”.

Callejear por la ciudadela es un auténtico espectáculo, en todo momento uno se puede imaginar siendo el protagonista de cualquier historia que se desarrolle en la edad media, el estado de conservación es excelente y el tamaño es perfecto para poder disfrutar en un día de la ciudadela en toda su dimensión, cruzar sus puentes, recorrer sus fortificaciones, ver sus torres, perderse entre sus callejuelas...

Tras comprar unas buenas porciones de quiche en un local del centro, decidimos tomar una buena copa de vino en una terraza, si el tiempo acompaña es una gozada disfrutar de los caldos del lugar al aire libre.

Mejor con buen vino
Consejo: si se llega a media mañana, no marcharse de la ciudad sin probar el contundente plato regional, la cassoulet, un imponente guiso de alubias que nos quedamos con ganas de degustar.

Después de disfrutar de un rato de relax, decidimos visitar uno de los museos de la ciudad, el museo de la tortura.

En un recorrido de más o menos una hora, y por un precio de 7 euros (un poquito excesivo tal vez), podemos adentrarnos en el oscuro mundo de la Santa Inquisición y observar artilugios y aparatos utilizados como métodos de tortura a lo largo de los años más oscuros del medievo. Aparatos curiosos y atroces que despertarán diversidad de sensaciones y que nos ayudarán a comprender mejor la historia, acompañados también de numerosas referencias a los cátaros y su historia.

Se puede decir que es un museo no apto para estómagos muy sensibles (tampoco nada exagerado), pero me parece un museo diferente y que nos ayuda a no olvidarnos de la historia oscura de Europa. Indicar que en la entrada y el patio se pueden sacar fotografías, pero no en el interior del museo.


Museo de la tortura

Tras visitar el museo decidimos volver al hotel y descansar un rato, una buena opción es comprar algo de queso y vino en un supermercado y después del picoteo, echarse una horita de siesta y darse una buena ducha.

Bien descansados y ya anochecido, decidimos volver a la ciudadela para buscar un restaurante y disfrutar de una buena cena. La ciudad medieval por la noche, sobre todo vista desde fuera, es si cabe más espectacular.

Dentro de la ciudadela las opciones para cenar son numerosas, nos decidimos por cenar en Le Trouvere, en el mismo centro de la ciudad medieval.

Entre otras cosas nos decantamos por este local ya que además de la carta, podemos optar por un menú (que se sirven a mediodía y por la noche) de 16,90 euros, lo que para cenar es un precio más que aceptable, sobre todo estando en La France.

Vista nocturna
Como primer plato tomamos una ensalada de cabra y una de roquefort y nueces, muy bien de tamaño, buen aliño. Como plato principal optamos por confit de pato con patatas como guarnición, simplemente correcto, adecuado al precio. Uno de nosotros que optó por tomar sólo plato escogió el entrecot con patatas, al punto, todo bien.  Como postre optamos por el típico queso fresco con miel y acompañamos la cena con un vino tinto de la casa, que si bien no es una maravilla se ajusta a lo que se paga por él.


La atención por parte del personal adecuada, disponen de la carta en varios idiomas. Finalmente la cuenta no llegó a 20 euros por comensal, así que sin ser una cena gourmet, perfecto para lo pagado. Con el estómago lleno vuelta al hotel, y por la mañana siguiente salida después de desayunar.

Decir que Carcassonne merece una visita, tanto so se hace dentro de un recorrido por el sur de Francia, como si se elige para una escapada de  fin de semana en pareja, una ciudad realmente espectacular, que no deja a nadie indiferente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario