martes, 14 de mayo de 2013

Conociendo Finlandia: Un día por Helsinki

Estación de trenes
Visitar Finlandia puede ser una experiencia que varíe mucho según la época del año en la que se realice, pero bien sea en el principio de su gélido invierno o en su agradable verano, es imprescindible pasar al menos un día por Helsinki.

La capital del país, de apenas 600.000 habitantes, es además la puerta de salida de cruceros para visitar Tallin, en la vecina Estonia, o incluso con Suecia, Alemania o Rusia.

Quien visite Helsinki por primera vez tendrá la impresión de encontrarse en un mar de tranquilidad. Lejos del ajetreo y el stress de cualquier otra capital europea, la seguridad y la calma son la tónica cuando uno pasea por las calles de Helsinki.

Si vienes desde otra ciudad (en mi caso las dos veces que la he visitado ha sido desde Tampere), lo más probable es que vengas en tren, así que tu punto de partida para conocer Helsinki sea la estación de tren, en cuyo exterior realizaremos la primera parada
para observar su espectacular fachada de granito, una de las obras de arquitectura moderna finlandesa más apreciadas.

Catedral de Helsinki
A escasos 5 minutos de la estación del tren, y en dirección al puerto, nos encontraremos con la catedral y la plaza del senado. Esta es sin duda la postal típica de la ciudad, la catedral, de blanco impoluto con su imponente cúpula de color verde, se alza en lo alto de la escalinata de la plaza del senado. Se hace inevitable disfrutar de su majestuosidad tanto desde arriba de la escalinata como desde la propia plaza junto a la estatua de Alexander.

Si algo llama la atención, es la ausencia casi total de policía, teniendo en cuenta que el senado y el ayuntamiento se encuentran ahí mismo, lo que da una idea de la tranquilidad con que se vive en Finlandia.

Uspenski
Desde la plaza del senado continuamos en dirección al puerto pasando por la plaza del mercado, donde podremos disfrutar a modo de aperitivo o de bocado de media mañana de arándanos, bayas, frambuesas o de las increíbles fresas finlandesas (debemos recordar que en verano reciben casi 24 horas de sol diarias). Desde aquí ya observaremos la otra gran catedral de Helsinki, que no es otra que la catedral ortodoxa Uspenski, que situada en una península lleva nuestras mentes más hacia Rusia que hacia Finlandia.

Lo ideal, tras visitar la catedral, es disfrutar de algún bocado en la zona, tanto en invierno como en verano hay opción de comer algo rápido que permita continuar la visita sin demorarse mucho, curioso es, si se va en verano, que en los puestos de comida callejeros se pueda degustar “pescaíto frito”, que en el caso finlandés se trata de unos pequeños peces de río que están realmente buenos.

Una vez respuestas fuerzas, mi consejo es dirigirse  una de las calles principales de Helsinki ( si no la principal), Mannerheimtie, ya que a lo largo de ella encontraremos nuestras próximas visitas.


Palacio del parlamento

El primer edificio de importancia que nos encontraremos, al lado izquierdo de la calle, es el palacio del
parlamento de Finlandia. Ciertamente es un edificio bastante sobrio, de estilo neoclásico, en el que destacan sus columnas y el hecho de que esté compuesto de granito rojo.

Si continuamos la calle, nos encontraremos en el lado derecho con la casa Finlandia, (moderno palacio de congresos) y justo al otro lado de la carretera con el Museo Nacional de Finlandia. Lo más llamativo es que des fuera es difícil darse cuenta de que es un museo, ya que la primera impresión que da es la de ser una iglesia. Quien desee acceder a su interior debe abonar una entrada de 8 euros y gracias a sus exposiciones permanentes puede realizar un recorrido a través de la historia y el arte de Finlandia.

Museo Nacional de Finlandia
Unos metros más adelante, esta vez en el lado derecho de la calle, nos encontramos con la Ópera Nacional de Finlandia, y su llamativo y moderno edificio de color blanco.

Continuamos unos minutos caminando y llegamos a la última visita del día, el estadio olímpico de Helsinki. Este fue el estadio olímpico durante las olimpiadas de Helsinki de 1952, y lo que hace que merezca la pena visitarlo es ascender a su torre de 72 metros de altura.

Tras abonar 2 euros de entrada podemos subir en ascensor a lo alto de la torre y disfrutar de una excepcional panorámica de toda la ciudad de Helsinki, la mejor forma de terminar una visita a esta pequeña joya del norte de Europa.

Una vez disfrutadas las vistas, mi consejo es parar a la vuelta en alguna de las tiendas de souvenirs que se encuentran por el camino y, si es en verano, disfrutar de una buena cerveza, y si es en invierno, de un buen café (nunca pidáis café con leche a secas, es horrible y muy caro, por poco más puedes disfrutar de un buen capuccino o mocaccino).

Vistas desde la torre del estadio olímpico

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