Tomamos el vuelo desde Salta hasta Iguazú, no es una ruta habitual por lo que para hacer este itinerario hay que informarse sobre los días que hay vuelo, el avión es nuevo y dispone cada asiento de una pantalla con series, música u documentales para ver en el trayecto, todo un lujo que hace que el vuelo se nos pase en un suspiro.
Marcopolo Inn Iguazu |
Pagamos la estancia por adelantado y nos disponemos a dar un buen paseo por Puerto Iguazú. Primeramente paramos en la oficina de correos a enviar un buen puñado de postales y nos dirigimos al hito de las tres fronteras, que inexplicablemente nos dejamos sin visitar dos años atrás.
Hito de las 3 fronteras |
Tras reservar el voucher para ir a Brasil al día siguiente nos vamos al centro de Puerto Iguazú a cenar, por recomendaciones de varios foros y páginas de viajes, optamos por ir al Quincho del Tío Querido. Al llegar
al restaurante nos encontramos con que había gente esperando en la puerta, por lo que si vais a ir os aconsejo o bien ir pronto, o bien reservar y así olvidaros de problemas. Desde el jardín del local se ve las enormes parrillas y a los cocineros esmerándose en el trato de la carne, por lo que es cuestión de segundos el empezar a salivar.
al restaurante nos encontramos con que había gente esperando en la puerta, por lo que si vais a ir os aconsejo o bien ir pronto, o bien reservar y así olvidaros de problemas. Desde el jardín del local se ve las enormes parrillas y a los cocineros esmerándose en el trato de la carne, por lo que es cuestión de segundos el empezar a salivar.
Tio Quincho Querido |
Tras unos pocos minutos de espera nos dan mesa para dos, y nos decantamos por tomar una provoleta como entrante y una parrilla para dos, bien regado con unas Quilmes (167$). El resultado fue una cena espectacular, tal vez el servicio podía haber sido un poco mejor, pero estando lleno el local tampoco fue malo, todo estuvo exquisito y salimos con el estómago bien lleno, aunque dejando un pequeño hueco para el postre, unos helados que compramos de camino al hostel.
Antes de dormir, un rato para el relax, Mikel escribiendo y yo en el bar de charla internacional con unas cervezas.
Amanece claro y despejado en Puerto Iguazú, tras tomar el desayuno en el hostel nos recogen y nos dirigimos a la frontera con Brasil, pasando antes por el otro hostel de la cadena a recoger a más gente. El traslado a Brasil nos ha salido 50 $ por persona, la espera en la frontera esta vez es casi inexistente y llegamos rápido al Parque Naçional Do Iguaçu, donde abonamos la entrada (20 € por persona). Tras pasar la entrada tomamos el bus y llegamos al circuito a pie.
Cataratas Brasil |
Pasamos la mañana recorriendo las pasarelas y disfrutando del increíble caudal del agua y de un cielo que esta vez nos acoge sin negras nubes ni tormentas, rodeados de la vegetación, las manadas de coatíes que se arremolinan junto a los caminos y a los enormes lagartos que salen a disfrutar de la buena temperatura.
Como aún es pronto y nos queda un buen rato para salir camino al hostel, barajamos las distintas opciones que existen para ver si alguna nos convence, aunque hay que decir que hay una que ya me ha cautivado…
Espectacular |
Consultamos en el puesto de Helisul, y al cambio sale entre 75 y 80 € por persona, que es dinero para ser una actividad de 15 minutos pero no tan caro como para echarnos atrás. Pagamos y tras una pequeña espera 15 – 20 minutos y recibir unas pequeñas instrucciones de seguridad, nos dirigen al punto de despegue. Allí nos montamos en un helicóptero que rápidamente se eleva sobre la selva y nos dirige hacia las cataratas para ofrecernos en un par de pasadas una vista única e irrepetible de las mismas, es sin lugar a dudas una experiencia de 10, la inmensidad de la selva, la emoción de montar en helicóptero, y las cataratas entrando en la tierra como si alguien hubiera roto el terreno, realmente recomendable, aunque yo propondría a los empresarios de la zona que se planteasen por ejemplo vuelos en globo, ya que sería mucho menos contaminante y se eliminaría el impacto ecológico sobre la zona.
Sobrevolando cataratas |
Aún impactados por el vuelo sobre las cataratas retornamos al hostel. Llegamos sobre las 15:00 así que decidimos buscar un sitio para comer, entramos en “La Tata ” y nos metemos entre pecho y espalda unas deliciosas napolitanas con papas y algo fresquito para beber (110 $).
Como la mañana ha sido movidita decidimos dedicar la tarde a descansar, leer… y no hay mejor lugar que el jardín del Marcopolo para ello. A media tarde decidimos reservar el pase para cataratas del día siguiente, y volvemos a contratar la gran aventura, que lo incluye todo, y nos damos cuenta de que el precio ha subido casi un 20% en 2 años (260 $ esta vez) aunque sigue siendo aceptable. Para la noche nos comentan que en el otro hostel habrá una fiesta de bienvenida a la primavera, con espectáculo de samba, parrillada y caipirinhas, así que nos apuntamos. Una vez anochece vamos para allá y pasamos una interesante velada recordando las noches vividas en ese mismo albergue 2 años atrás, aunque a una hora relativamente prudente decidimos volvernos, nos espera un duro día.
Un nuevo día en Iguazú y un nuevo día de sol y calor para recibir la primavera. Tras el habitual desayuno vamos hasta la entrada del parque y pagamos los 100 $ por persona que cuesta la entrada (a parte de lo pagado anteriormente). El recorrido que hacemos es básicamente el mismo que 2 años antes. Tomamos el camión que cruza la selva lentamente por el sendero Yacaratiá hasta llegar al embarcadero de puerto Macuco, desde allí tomamos la embarcación para adentrarnos en las cataratas.
Locura para los sentidos |
Aunque ya lo hicimos en nuestro anterior viaje, la sensación que se tiene cuando entras con la embarcación bajo los saltos de agua es indescriptible, yo sólo diré que una vez más se me saltaron las lágrimas, y que se me siguen poniendo los pelos de punta al recordarlo.
Ya bañados y felices nos disponemos a realizar las caminatas por las pasarelas inferiores y superiores, este año las cataratas traen un caudal de agua más impresionante si cabe de lo habitual y no podemos parar de maravillarnos en cada paso, con cada cascada, en cada rincón de este mágico lugar.
"Pequeño" lagarto |
Con la carne de gallina retornamos poco a poco hasta la entrada del parque, donde compramos alguna artesanía guaraní. Para la vuelta tomamos el bus amarillo que años atrás costaba a penas 1 peso y que ahora cuesta 10, aunque siempre es más barato que los 100 que cuesta un taxi. Al llegar a Puerto Iguazú nos compramos unos helados y nos damos una ducha (por si fuera poco el agua que ya llevábamos).
Aprovechamos la tarde para pasear por el centro, mirar tiendas (a no ser que se encuentre algo que sea exclusivo de la zona no recomiendo comprar los recuerdos en Puerto Iguazú), comprar algún producto típico (probad las chipas, una especie de pan de queso realmente interesante) y pensar donde cenar.
Relax... |
Durante la noche el sonido de la tormenta es demoledor, la luz se va en varias ocasiones y al amanecer sigue lloviendo, desayunamos y pedimos un taxi para ir hasta el aeropuerto. Una vez más nos damos cuenta de que el clima nos ha sido muy benigno, con un día así se te quitan las ganas de ver nada, y la cuestión es que puede estar así un par de días seguidos.
A las 10:15 estamos despidiéndonos desde el avión de Iguazú para darnos unos días de tregua en Tandil tras 10 días que sin duda nos dejarán huella…
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