lunes, 27 de agosto de 2012

Argentina 2009 1ª parada: Tandil, lugar soñado

6:00, Tandil, estación de autobuses, por fin el deseado destino tras el largo viaje. En la estación nos espera Vero, amiga de Mikel que estuvo viviendo en Bilbao años atrás y desde ese momento amiga, anfitriona, guía… todo lo que se pueda decir es poco.

Mate con facturas

Para nuestra estancia en Tandil Vero nos ha habilitado la casa de su abuela, tras las presentaciones dejamos las cosas y nos echamos a ver si dormimos aunque sea unas horas para poder comenzar con buen pie nuestra andadura argentina.

Unas 3 horas después Vero ya nos está llamando y nos disponemos a disfrutar de un gran desayuno, el primer mate (del que me declaro devoto) y unas buenas facturas (así se denomina a los dulces) que ya nos hacen darnos cuenta del gusto argentino por el dulce de leche, medialunas rellenas de dulce de leche recubiertas de dulce de leche es algo bastante duro para paladares inexpertos, pero al mismo tiempo una bomba perfecta para reponer energías y comenzar a conocer Tandil con vero y su amiga Belén.
Tandil es una ciudad de algo más de 100.000 habitantes en la provincia de Buenos Aires, a 375 km de la capital federal. Es una ciudad tranquila y agradable protegida por la sierra (una de las más antiguas del
mundo) y en la que pasar unos días es sinónimo de relax.

El Centinela

Por la mañana nos disponemos a visitar el centinela, una gran roca que se sostiene en pie por su base situada en una loma sobre la cual se divisan la sierra y la ciudad de Tandil, es un lugar bastante curioso y el acceso es recomendable hacerlo en coche. Tras el paseo nos disponemos a comer algo por el lugar, como no, en una parrilla, cuyo aroma envuelve todos y cada uno de los rincones de Argentina a las horas de la comida y la cena. Para adentrarnos en el maravilloso mundo de las carnes argentinas, comenzamos con una bondiola de cerdo a la parrilla con papas y batatas al natural, regadas con un suave vino blanco, que horrorizado observo como es rebajado con agua por una de nuestras anfirtrionas (algo bastante común en Argentina, pero que a los europeos amantes del vino nos llama poderosamente la atención).
Tras el atracón y la entretenida sobremesa, nos dirigimos al lago del fuerte, un agradable parque que rodea un lago en cuyo centro se puede apreciar el geiser artificial (denominado el bidet, ya que allá tienen un chorro que sale hacia arriba). Entre risas, Quilmes y mates se nos pasa la tarde, es hora de cenar una buena milanesa napolitana por el centro, y prepararse para el segundo día en Tandil con una obsesión en la cabeza, disfrutar de una enorme parrilla de carne…

Plaza Independencia

Amanece el segundo día en Tandil, tras desperezarnos hablamos con Belén y nos decidimos a cambiar los euros que llevamos por pesos, aunque ahora ya no es práctica tan habitual, en ese momento nos ofrecen cambiarnos los euros por pesos a precio de cambio sin comisión a un particular, ya que allí no les permiten comprar tantos euros y es una forma segura de evitar que el dinero en pesos siga perdiendo valor. Con dinerito fresco en la mano nos decidimos a recorrer las calles de Tandil. En Tandil, como en toda Argentina, las distancias se miden en cuadras, que suelen equivaler a unos 100 metros, por lo que es bastante fácil saber las distancias entre diferentes puntos en las ciudades.

La ciudad nos parece un lugar tranquilo y alborotado al mismo tiempo, la tónica general durante todo el viaje. En este caso es una ciudad que se presta a pasear por sus calles y zonas comerciales, a conocer la plaza independencia con su obelisco, la catedral, el palacio municipal, a tomar un buen café o una cerveza en alguna terraza, eso sí, acompañado del alocado tráfico argentino.

Catedral
A la hora de comer la tarea es simple, decidirse por una de las parrillas del centro de la ciudad, vamos al asador el criollo y nos ponemos manos a la obra, parrilla libre de carne para los tres y botellita de vino de la región. Se comienza con una empanadas y poco a poco comienza el espectáculo, chorizos criollos, morcillas, chinchulines, falda, ojo de bife, y más y más hasta que nuestros cuerpos dicen basta, simplemente increíble, el sabor, el aroma, la textura de la carne.

Por la tarde toca relax y preparar las cosas para nuestro próximo destino, Puerto Madryn, planificamos alguna actividad para cuando días después volvemos a Tandil, cenamos unas ricas empanadas y nos vamos a dormir, ya que por la mañana tenemos bus de vuelta a Buenos Aires para tomar el avión.
Al despertar camino a la estación de ómnibus, un sinfín de hasta prontos con nuestra ya definitivamente amiga para siempre Vero y, por fin, la verdadera ruta comienza, nos esperan las ballenas…

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