viernes, 31 de agosto de 2012

Argentina 2009 La Plata - Tandil: Reencuentros con sabor

Tras decir adiós con mucha penita a la Patagonia, nos disponemos a disfrutar unos días del placer de no hacer nada y de la compañía de las amistades del lado bonito del charco, haciendo primero una parada en La Plata y pasando después 3 días de nuevo en Tandil.

Para cualquier persona que realice un viaje de más de 2 semanas, el mejor consejo que puedo darle es que cada 10 días como mucho planifique al menos uno de descanso, un día (o más, eso cada cual que decida) para poder despertarse tarde, sin más prisa que la de leer un buen libro y darse un baño en una piscina, lago o playa, o la de buscar un buen restaurante para comer, un día para pasear y descansar, y así recargar las pilas para que el cansancio no le arranque ni una milésima de su encanto a los destinos que están por venir.

En nuestro caso es simple, tener amistades nos facilita el asunto y, de vuelta de El Calafate, vamos de Buenos Aires a La Plata para conocer a Marta. A día de hoy ir desde Bs As a La Plata es realmente simple, los buses tienen varias paradas y hay cada pocos minutos, en una hora llegas. En aquel momento se tomaban en una plaza, y había dos tipos, por autopista, o por carretera normal.

El autobús por carretera fue toda una experiencia, el billete era casi regalado, pero tenía su aquel. Durante unas 2 horas y media viajamos en un bus atestado de currantes, que fue pasando por las zonas menos “glamorosas” de la provincia de Buenos Aires, y nos dio una imagen mucho más clara de la otra realidad argentina: chabolas, niños descalzos jugando al balón, barriadas iluminadas con hogueras en bidones… un viaje tan triste como enriquecedor.

La Plata
Al llegar a La Plata nos olvidamos totalmente ya del frío patagónico y no deseamos otra cosa que llegar al hostel para ponernos el pantalón corto. Tenemos reserva de una noche en el Frankville hostel, pagamos unos 13 euros por noche con desayuno incluido, el hostel está bastante céntrico y tiene un ambiente estudiantil, bastante correcto en general.

Tras una buena ducha nos vamos a cenar algo por ahí, la verdad es que la temperatura acompaña y La Plata es una ciudad con un muy buen ambiente universitario entre semana, a pesar de lo cual pronto
volvemos al hostel para caer rendidos en las manos de Morfeo.

Tras el desayuno, hablo con Marta para que nos veamos sobre el mediodía. Conozco a Marta a través de un proyecto de memoria histórica que se llevó a cabo años atrás. Su hermano, Horacio Ungaro, fue uno de los estudiantes desaparecido a manos de la dictadura en la denominada como la noche de los lápices, fue secuestrado y asesinado por luchar por el mantenimiento del boleto estudiantil, en una de las páginas más oscuras de la historia reciente argentina.

Con Marta en La Plata
Como tenemos la mañana libre, nos dedicamos a pasear por la ciudad, que es bastante agradable, paseamos por sus calles, vemos la catedral, disfrutamos de una cervecita en una terraza y llegada la hora, disfrutamos de una relajada charla con Marta empapándonos mutuamente de las luchas de uno y otro lado del charco, quedándonos con la pena de poder conocer la escuela que ahora lleva el nombre de su hermano desaparecido, y deseándole toda la suerte del mundo en su lucha por ver entre rejas a los culpables de tan atroz crimen.

Tras comer una picada tomamos el bus hasta Tandil, esta vez vamos con la compañía Río Paraná y, aunque siguen tendiendo más espacio que los autobuses europeos, nos parecen peores autobuses que El Rápido. 5 horas después estamos fundiéndonos en un abrazo con Vero.

En la movediza, Tandil
Los siguientes tres días pasan disfrutando de Tandil y de las amistades. Como ya comenté Tandil es una ciudad muy agradable y que ofrece bastantes opciones para el turista que desea descansar unos días en la sierra.

Visitamos la Movediza, que fue una piedra de unas 300 toneladas que consiguió mantenerse en un increíble equilibrio sobre un cerro, hasta que en 1912 se cayó, ahora la roca original está rota en la base del cerro y sobre él hay una reproducción. La movediza es hoy en día en símbolo de la ciudad de Tandil.

Cruz del calvario, Tandil
También es digno de una visita el vía crucis y la cruz del calvario, a la cual se accede tras subir por los 96 peldaños y pasar por las 17 estatuas que hay en el Vía Crucis, un tranquilo paseo que se atesta de gente cuando llega la Semana Santa.

Otros sitios para visitar son el ya mencionado lago del fuerte, el monumento a Don Quijote, el castillo morisco, desde el que hay una maravillosa panorámica de la ciudad, o simplemente callejear y comprar en sus talabarterías unos recuerdos de gran calidad a buen precio (mates, tablas para picadas, cuchillos…).

Parapente sobre la sierra de las
animas, Tandil
Al estar protegido por la sierra, en Tandil también se pueden disfrutar de paseos a caballo o actividades campestres, aunque en mi caso, opté por la realización de un vuelo en parapente. Lanzarse en parapente es una experiencia única, disfrutar de la quietud que se siente observando el mundo a vista de pájaro es algo que realmente merece la pena, y Tandil es un lugar maravilloso para hacerlo, sobre todo teniendo en cuenta que Pablo y su gente son una compañía maravillosa y te hacen sentir unos más de su grupo. Por si alguien en alguna ocasión estuviera interesado, aquí su web actual http://www.volarparapente.com.ar/

Y así, entre vuelos en parapente, relajados paseos, cenas y comidas copiosas en gran compañía, conciertos de imitadores de Calamaro y algunas copas disfrutando de la fría noche tandilense (los cambios térmicos son brutales en esta ciudad) se fueron los días previos a la última fase de nuestro viaje, con las pilas cargadas, Iguazú y Buenos Aires nos esperan, así que decimos adiós a nuestra ciudad de acogida y hasta luego a nuestra adorada Vero, y nos disponemos a partir hacia una de las maravillas naturales del mundo…

Tandil, con amigos, sabe mejor

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