martes, 28 de agosto de 2012

Argentina 2009 Puerto Madryn: navegando entre ballenas

Tras el madrugón y el consiguiente trámite del viaje en bus desde Tandil a Bs As, en la estación de buses de Retiro tomamos un taxi hasta el aeroparque, es importante que se tenga en cuenta que los vuelos regionales y los internacionales se realizan en dos aeropuertos distintos, los internacionales en el de Ezeiza y los regionales en el aeroparque, en la propia ciudad, dar por hecho que salen del mismo sitio pueden dar al traste con las vacaciones.

El aeroparque es pequeño pero muy muy bullicioso, lo ideal es estar unas dos horas antes de tu vuelo y realizar la facturación en cuanto puedas. En el momento de realizar este viaje era necesario reconfirmar los vuelos 48 horas antes de tomarlos (que no “cogerlos”) a pesar de estar reservados, pagados y confirmados, da lo mismo, si no reconfirmas te puedes quedar sin asiento, la misma política se suele llevar en albergues y algunos hoteles.

Una vez facturamos es hora de comer alguna cosilla, y, en un arrebato aventurero, decidimos salir fuera a comer algo en los puestos callejeros que hay junto al aeropuerto, comida preparada en un carrito junto a la carretera y el Río de la Plata, ¿qué puede salir mal? jejeje, así que ahí nos encontramos, degustando un choripán (bocadillo de chorizo criollo) y unas hamburguesas sin miedo alguno a la salmonela.

De vuelta al aeropuerto pasamos por el control de seguridad y en la zona de embarque… sorpresa!!! vuelo retrasado!!! No se especifícale motivo ni la duración del retraso y en los mostradores de información del aeropuerto no nos dicen qué es lo que pasa, sólo tenemos dos noches reservadas en Puerto Madryn y si el día siguiente no vamos a Península Valdés ya no podremos hacerlo, comienzan los nervios… Va pasando el tiempo y nos indican que en Trelew están teniendo una fuerte tormenta y que por el momento es imposible
salir hacia allí, que esperan poder decirnos algo más adelante, las partidas de cartas en el aeropuerto hacen más y más interminable la espera, hasta que al fin, nos confirman que sobre las 19 Horas (2 horas y media más tarde de lo estipulado) podremos despegar.

Ya con el alivio en el cuerpo tomamos nuestro primer vuelo con Aerolíneas Argentinas, ni cómodo ni incómodo, llevadero, pero con la excusa de que el tiempo está inestable no nos sirven nada de comer, y con un choripán en el cuerpo desde el mediodía se comienza a hacer pesado el viaje.

Chepatagonia Hostel
Aterrizamos en el aeropuerto de Trelew a las 21:00, aeropuerto puede ser una palabra demasiado grande para una pista en un antiguo aeropuerto militar, pero hace su labor. Una vez recogido el equipaje nos espera el transporte que hemos contratado con el hostel para que nos lleven directamente hasta él, fuera del aeropuerto comenzamos a notar el frescor patagónico, casi 2 horas después estamos en la puerta del Chepatagonia hostel, un albergue de mochileros bien situado junto al paseo marítimo de Puerto Madryn, pagamos 14 euros por noche con desayuno incluido en habitación mixta compartida para 4 personas. Hacemos corriendo el check in y reservamos la excursión para realizar el avistaje de ballenas del día siguiente (400 pesos, unos 65 euros), consultamos si hay algún sitio para poder cenar a esas horas y nos recomiendan el Náutico. Ya con los deberes hechos vamos allí y nos damos una cena de las épicas (demasiadas horas sin comer) buena pasta fresca, carne, vino, un placer en un local con muy buen ambiente, terminamos de necar pasada la medianoche y nos disponemos a dormir, que toca madrugón y nos espera un día de emociones intensas.

Amanece en Puerto Madryn y ya tenemos las cosas preparadas para la excursión, desayunamos en el hostel el típico café con leche con tostadas y a las 7 de la mañana ya nos está esperando la furgoneta que nos tiene que llevar hasta Península Valdés. Una vez vamos recogiendo al resto de gente por otros albergues y hoteles (una docena de personas en total) el guía nos va explicando comos e va a desarrollar la salida, hacemos las presentaciones y conocemos una pareja de pamplonicas y otra de barceloneses con los que nos volveremos a encontrar días más tarde.


Centro de interpretación
de Península Valdés

Sobre las 9 de la mañana llegamos a la entrada del parque nacional, nos detenemos en el centro de interpretación, donde conocemos un poco más en profundidad la fauna con la que nos vamos a encontrar y desde donde subimos al mirador para divisar el istmo Carlos Ameghino, la pequeña franja de tierra que une la Península con la Argentina continental, de apenas 5 kilómetros de anchura.

Una vez visitado el centro de interpretación nos dirigimos a Puerto Pirámides, pequeño pueblo desde el que parten los botes para realizar avistaje de ballenas, por el camino podemos ver alguna mara (como un conejo gigante) y algún que otro guanaco. Al bajar de la furgoneta y ponernos los chalecos salvavidas, mi corazón ya va a mil por hora. Ver ballenas en su hábitat natural es una  de esas cosas a tachar de la lista de cosas por hacer en la vida, y antes incluso de montar en el barco ya tengo los pelos de punta (la temporada de avistaje es de mayo a diciembre).

Llegamos a la playa y nos dirigimos a las embarcaciones, entramos unas 30 o 40 personas y navegamos durante algo más de media hora por la costa de Península Valdés, llegado el momento, el barco para sus motores y nos dan indicaciones de que estamos ya en la zona de avistaje, de repente, una mancha verde y blanca emerge de las profundidades hasta hacerse visible en la superficie, una majestuosa ballena franca austral, ahí, frente a nosotros, inmensa, tranquila, saliendo y entrando del agua, brindándonos unos de los mayores espectáculos de la naturaleza, golpeándonos en nuestra humanidad con todas sus fuerzas.


Increíble espectáculo

Durante los siguientes 45 minutos continúa el espectáculo, varias ballenas van emergiendo y volviendo a ocultarse, alguna con sus crías, alguna tan cerca que casi podemos tocarla, naturaleza en estado puro, sin más edulcorante que nuestra propia presencia en el lugar. Consejo: para tomar fotografías colocar la cámara en modo ráfaga, si no con el movimiento del mar es imposible tomar una buena foto, en el caso del vídeo, nosotros a pesar de llevar cámara optamos por comprar el que graban ellos, no llegó a 20 euros y entre 3 no es mucho dinero, y te ahorras el estar con la cámara en la mano.

Elefantes marinos
La vuelta es rápida, después de tanta emoción es hora de comer algo y proseguir en camino, aunque en Puerto Pirámides hay algunos restaurantes, nosotros optamos por comprar unas empanadas y unos refrescos (comemos los tres por apenas 7 euros) y proseguimos el camino, volvemos a montar en la furgoneta pero… oh oh! se rompe la correa de distribución en medio de la nada. Parece increíble pero, en poco más de 10 minutos, consiguen arreglarlo (se ve que son apañados estos argentinos) y continuamos camino de ripio hacia Caleta Valdés. Desde aquí realizamos paseo a pie para divisar elefantes marinos a una distancia de unos 50 metros, si se tiene suerte, se puede ver como las orcas salen del agua y los cazan en la orilla del mar. Como ha comenzado a azotar el sol (por la mañana salimos con el cortavientos y el forro polar y ya estamos en camiseta) los elefantes tienen poca actividad más allá de tomar el sol, pero aún así son espectaculares.


Pingüinera

Continuamos el paseo divisando distinto tipos de lagartijas y llegando a divisar otra colonia de elefantes marinos, volvemos a la furgo y nos dirigimos a la pingüinera (temporada de septiembre a marzo). En un primer momento, debo reconocer que casi parecen de madera, como pega el sol se mueven muy poco, pero una vez que estás un rato allí puedes disfrutar de estos simpáticos animales en su hábitat natural, una auténtica gozada para terminar una excursión inolvidable.

Tras la pingüinera vuelta a Puerto Madryn, ducha en el hostel y vuelta al Náutico a cenar, que nos gustó mucho el día anterior. Esta noche estamos dispuestos a tomar algo de pescado, que sin duda es el punto débil de la gastronomía argentina, pedimos algo de salmón y abadejo, alguno sigue con la carne, y hace bien, aunque el pescado no está mal, las salsas con las que lo preparan no es que le hagan mucho favor, no cenamos mal pero decidimos que nos dedicaremos a disfrutar de otros placeres gastronómicos. Tras la cena nos tomamos un par de copas por la zona, la temperatura ha cambiado radicalmente desde el día anterior y podemos dar un paseo y tomar algo en manga corta.

Puerto Madryn
Al día siguiente toca despedida, por la mañana nos dedicamos a ver Puerto Madryn, la ciudad no tiene nada en especial, pero para una mañana invita a un agradable paseo junto a la playa, nos permite realizar alguna compra, que si un mate, que si alguna pulsera de hilo natural y semillas (que dará lugar años después a una curiosa anécdota), que si algún pin de salvemos a las ballenas, y muchos, pero muchos pingüinos de peluche (el regalo estrella), lo típico vamos. Al mediodía regresamos al hostel y hacemos el check out, dejamos las maletas allí en consigna ya que tenemos tiempo hasta que nos lleven al aeropuerto. Comemos unas increíble pizzas (las pizzas en Argentina son buenísimas) y unos helados y volvemos al hostel, tomamos el transporte para el aeropuerto y nos preparamos para el viaje hasta Ushuaia, el fin del mundo…

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